Somos lo que ves,
no más, no menos.
Un remedo de células,
tejidos y líquidos
nos conforma, nos limita,
nos define, nos sostiene.
Pedirnos más,
esperar más de nosotros,
es creer en Dios:
cegarse a nuestra humanidad.
Somos lo que somos,
no más, no menos.
Trascendemos cuando lo sabemos,
cuando lo aceptamos,
cuando sin querer,
queremos serlo.