Sin quererlo,
porque puedes,
porque asumes que te creo.
Me mientes.
Yo…
también lo hago.
Porque puedo,
porque te entiendo.
Pasan diariamente tantas calles,
tantas vidas,
tantos te amo,
que lo entiendo.
Lo que no recuerdo
es cómo y cuándo comenzó.
Supongo que fue una mañana,
cuando la luz clareaba la cama.
Debimos preguntarnos:
¿cómo estás?
Y por no querer herirnos,
comenzó…
Asumo que fui yo,
porque así soy.
Nos mentimos,
porque podemos,
porque sabemos hacerlo.
Lo que aún no recuerdo
es cómo comenzó.
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