La noche jamás es tan oscura como cuando faltas.
Cuando te ausentas y apareces en otras ganas,
no en las de otros, sino en las tuyas, por los otros.
Ahí, aquí,
el calor no alcanza, no abrasa.
Ahí, en tu mirada hirviendo, se ausenta el alma.
Aquí, la espalda que te encubre, revela que faltas.
Porque hay ausencias que se descubren en la presencia misma,
cercanías que generan distancias.
Faltas que lastiman justo en donde la luz no ilumina, sino incinera.
A veces, no pocas veces, pienso que me engañas.
No con alguien.
No hace falta.
Aunque callas.
Porqué callas.