Cuánto dura el llanto.
Cuántas lágrimas faltan
para que se me limpie tu recuerdo de la mirada.
Cuánto, y hasta cuándo.
¿Es demasiado tener aún estancados los ojos
con la lluvia inundándome el pecho:
las ganas?
Sentir en los huesos la angustia de que seas recuerdo.
De que seas pasado,
de que después de tanto no seas nada.
A veces, acudo a donde la gente,
me siento en una silla y miró al piso.
El caos sin voz, me reconforta.
Lo que dicen carece de sentido,
Lo que siento padece de lo mismo.
Sabes que siempre temí este momento.
Que un día, este día, tus brazos no estarían aquí,
para esconderme de ti, de tu dolor, de tu ser sin estar.
Han pasado a penas meses y nada cambia.
Escuchó en el silencio de cada mañana
la ausencia de tu voz,
y el croar de las ranas.
Siento en el pecho lama
y entre las pestañas la luz no alcanza.
El agua está turbia y así de pronto se derrama.
Así de pronto, todo pasa; así de pronto, nada cambia.